Lo primero decir es que, conforme a nuestra categoría personal, vinimos en primera clase que debe tardar como mil horas menor y hasta te pone triste llegar al destino. Si lo llegamos a saber antes, hubiéramos acampado 10 días en la Sala VIP antes de salir el vuelo.
En DF nos propusimos nada de topicazos ni folklore, así que exceptuando mariachis en Garibaldi, Lucha Libre, encuentros violentos con la policía, alguna que otra mordida y morir a tequilas...poco más hicimos.
El plato fuerte nos esperaba en Nayarit. Viajamos a Puerto Vallarta y alquilamos un jeep para recorrer la costa nayarita, un lugar increíble en la tierra que ojalá siga tan virgen por muchos años. Nos alojamos en Sayulita, que sería un Tarifa a la mexicana, en un bungalow con palapa de no mamesssss! Viajamos por las playas hasta Matanchen, en esta podíamos meternos con el jeep por la arena e íbamos saltando sobre las olas a toda velocidad. Una experiencia increíble. Comimos en la misma playa lo que nos trajo un paisano, y fuimos a visitar San Blas, el famoso muelle de Maná. La foto que sale es ahí.
Es una zona muy de selva por lo que a 100m de la playa existe unos manglares llenos de cocodrilos, y fuimos a jugar un poco con ellos.
Tuvimos la oportunidad de navegar con delfines y con ballenas, pegarnos un juergón en un catamaran, y llorar mucho cuando tuvimos que regresar a DF....menos mal que el regreso a Madrid era en primera ;-)
