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16 abril, 2015

Alba Bogotá. Cocinando en América

Lo estamos pasando genial en Alba. Y lo mejor de todo es que parece que ¡los clientes también!.




Apenas pude presentar el local el otro día. Tiene una luz increíble, es intimo, tranquilo, con una sala para máximo 30 personas, un estilo muy mediterráneo en su decoracion. Es un local muy muy bonito.





















































 




¿Y en la cocina?. Lo pasamos fantástico. Básicamente nos empeñamos en sorprender a los clientes. Todos los días hacemos un plato del día, tradicional o no, clásico o moderno, colombiano, español, francés o lo que nos pase por la cabeza. Lo hablamos sobre la marcha Sergio, Juan y yo, y siempre nos entendemos, y hasta ahora sale siempre algo que los clientes califican como "riquísimo".

Os pongo algunos platos como ejemplo.


Corvina al grill con espuma de tamarindo y reducción de remolacha 



Bondiola con costra de café y espuma de arracacha. Con puré de guisantes.



¡Preparando los postres! ;-)


Y aquí algunas de las ensaladas de Alba. ¿A que se ven deliciosas?.






Por cierto, hoy es jueves, y me estoy permitiendo la licencia de hacer un cocidito madrileño. Y la semana que viene, rabo de toro, que ya estamos en temporada.







Y aquí, vuestro cocinero chulapo.



09 abril, 2015

Otra vez al tajo. Esta vez al Alba.

Al Alba. Como la canción de Aute maravillosamente interpretada por Mercé.


Alba es un proyecto emprendido por Sergio que resulta deliciosamente atractivo. Un restaurante pequeño, para un máximo de 30 comensales donde cocinar comida tradicional colombiana pero elaborada conforme a tecnicas de Alta Escuela, sin renunciar a fusiones e innovaciones que la hagan más sotisficada pero reconociendo los sabores tradicionales. Le acompaña Juan que, siendo insultantemente joven, es una magnifico cocinero con una técnica depuradisima y unas ideas sorprendentes.























Me han abierto las puertas de la cocina para que pueda aprender una cultura culinaria completamente desconocida para mi, y para que pueda aportar mi granito de arena y poder introducir conceptos que yo pueda aportar a este proyecto tan interesante. Es una cocina, pero es un taller de creación, es un espacio para 3 cocineros totalmente distintos con un buen rollo increíble. ¡Que chévere!.

Platos como la Posta Negra, el bondiolo con costra de café, los montaditos de queso paipa con chutney de mango,... Son nuevos para mi pero extraordinarionariamente deliciosos. Iré subiendo creaciones.



03 abril, 2015

Laguna de Guatavita

Excursión de viernes Santo. Tenemos el coche de la empresa a nuestra disposición y desafiamos un día horrible de lluvia (otro más), para llegar a la Laguna de Guatavita. A unos 130 km al norte de Bogotá.



El viaje se hace pesado por la lluvia y las codiciones del último tramo hasta la Laguna. Al llegar allí, decepción. Esa manía de algunos países de convertir parajes naturales en visitas guiadas tipo tour donde un guía estupido e insolente te empieza a contar una historia sacada de wiki a base de preguntar a los visitantes: "¿quién sabe que árbol utilizaban los indígenas para hacer sus mierda de cabañas?. ¿Quién lo sabe?. ¿Alguien lo sabe?". Pues nos toca un grupo de 60 personas.... a los 5' ya nos habíamos escapado (literalmente, pues no dejaban separarse del grupo) y ya hacíamos la visita por nuestra cuenta. Así que si queréis saber de que madera hacían las mierda de cabañas, lo buscáis en wikipedia.

La laguna es espectacular. Lo primero que te pasa por la cabeza es que es un cono volcánico extinto donde se ha formado la laguna, pero simplemente es una depresión montañosa en medio de Los Andes donde se formo esta laguna. Estamos a 3.100m sobre el nivel del mar y el calor, según vas subiendo, se hace más asfixiante.


La laguna era rica en oro y los indígenas la tenían por un lugar sagrado donde el oro que encontraban era considerado como ofrendas que hacía el sol. Cuando los españoles llegaron se frotaron las manos y es uno de los principales orígenes de la leyenda de El Dorado. Nosotros no hemos encontrado ni un mísero peso,... y ¡a vosotros os lo iba a contar!.

Dejo unas cuantas fotos. Que tengo que seguir buscando cualquier cosa que brille.













01 abril, 2015

¡Harry Sasson!

Nos había comentado ya mucha gente que teníamos que ir a conocer el mejor restaurante de Bogotá, Harry Sasson, pero si un crack como Pedro, excompañero en Santceloni, te dice que es indispensable, vas sin pensarlo.


Harry Sasson nos sorprendió primero por el local, un espectacular chalet con un jardín frontal muy anglo y un estilo donde se mezcla un estilo victoriano imponente con una estructura de cristal que le da una iluminación fantástica. Pero que narices, hemos venido a comer.

La carta es larga pero no excesiva para como son a este lado del océano. Combina platos muy desarrollados con una parrilla de carnes nada significativa pero imagino que de gran calidad. Aunque no hemos venido a comer un Filete Mignon.

Me sorprende la cantidad de platos que tienen al wok. No me interesa. Tampoco hemos venido a comer arroz salteado con langostinos jumbo. Aunque he de reconocer que me tentó, y es que traía más hambre que el perro del afilador.

Pedimos de entrante un Carpaccio de mero, langosta y salmón, que combinaba la marinada de cítricos con un pesto muy ligero. Estaba espectacular.




Luego Marta pidió unos Scallops (carne de Vieira en España) sobre una reducción de fumet con cítricos, y guarnición de pistachos y frutas cítricas. Muy buenos,....peeeero... demasiada reducción que hacia que se pasara de sabroso, y luego lo de siempre en Latinoamérica, un puntito pasado de cocción la carne de Vieira, pero eso es una lucha perdida.


Yo pedí Ossobuco con una base de puré de patata al pesto. Espectacular. Tuve la oportunidad de ver la cocina y vi los hornos de vapor por lo que supongo que estaba cocinado al vacío y el punto era perfecto. Cantidad muy abundante.


De postre un Coulant de chocolate con una quenelle de helado de yogur de cerezas. El plato demasiado caliente por lo que la quenelle en cuestión de minutos era un charco. Así que lo devoramos a toda prisa. Muy rico, pero lo del plato ardiendo y el helado no moló.


El precio de risa teniendo en cuenta que estábamos en el número 1 de Bogotá y que bebimos vino (que en Colombia es prohibitivo) y unas cervezas de aperitivo. No llegó a 100€ por los dos.

Os dejo un video de la cocina, completamente vista al comedor.