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26 mayo, 2015

Bogotá, Pet friendly

Si lo llego a saber antes...


Lo que más nos fastidió de tener como destino Bogotá 4 meses era el no traer a Pirata y Ale. Lo sopesamos, pero pensamos: ¿inseguridad?, ¿habrá parques donde puedan ir sueltos?, ¿tantas horas de avión?. Pues no traerlos ha sido una gran cagada.

Aquí el amor por los perros es impresionante. Como los tienen de cuidados es digno de ver. En los parques y jardines públicos están sueltos jugando junto a los niños sin que los padres se lleven las manos a la cabeza. También es cierto que el civismo es extraordinario y no ves ni un solo excremento por la calle. Existen incluso carteles en los parques donde figura que son zonas de juegos de perros, y la zona delimitada con vallita....es para los niños. ¡Genial!.
Incluso en las fuentes el agua que se derrocha va a parar a un bebedero para los perros. Grandísima idea.
No saco apenas fotos de perros sueltos por si los padres recelaban de ver a un tipo fotagrfiando perros y niños en el parque (no deja de ser Colombia).












 Luego está la figura del paseador y paseadora, nada extraño en cualquier ciudad del mundo, pero ver como una persona lleva hasta 16 perros entre los que se mezclan pastores alemanes, bulldog, bóxer o bobtail en perfecta armonía es síntoma de que los perros están muy bien educados porque los dueños están muy bien educados y saben lo que es tener una mascota.









Una cosa que no conocíamos era el Colegio de perros. Hay decenas de empresas que se disputan este negocio en la ciudad. Para personas trabajadoras que no pueden pasar el día con sus perros, por la mañana te recogen el perro en casa en una furgoneta, se lo llevan a una finca de las afueras y el perro está todo el día jugando con otros perros. Suele incluir un baño cada dos semanas y desparasitación. Te lo entregan en tu casa a la hora que vuelves del trabajo. Puedes llevarlo tú si quieres a la finca y estar disfrutando de los perros. Viene a ser una residencia canina pero en régimen de tercer grado ;-)

Ah! Y ver bobtails a diario en Bogotá es algo normal. Que buen gusto tienen.




09 mayo, 2015

Medellín

Ya he dicho en alguna ocasión que Bogotá es una ciudad para vivirla. Me resulta muy agradable. Pero también reconozco que tiene un inconveniente muy grande, las comunicaciones por carretera. Bogotá te limita a hacer excursiones por alrededores, pero si lo que quieres es ir a otras ciudades grandes (Cali o Medellín), a los cafetales, o a la costa, dependes del avión. El viaje por carretera se hace una odisea, eso sin contar con posibles encontronazos con la guerrilla.

Así que fin de semana en Medellín con Avianca. El avión sale temprano así que tendremos tiempo de conocer la ciudad. Todo el mundo nos la ha recomendado.... tic tac tic tac.... ¿Y por qué nos han recomendado Medellín?. Pues no lo sé. Posiblemente, y en seria competencia con Jinhua, en China, es la ciudad más fea en la que he estado nunca.

Ya cuando llegábamos a la ciudad bajando desde la montaña se nos iba cayendo el alma a los pies viendo un valle repleto de ladrillo y hormigón donde no parecía ver un atractivo turístico especial. Teníamos la esperanza de que la lejanía engañara nuestra vista, pero fue a peor.




Es cierto que todo el mundo nos recomendó la ciudad por animada, que lo es y mucho, pero esperábamos algo más. El centro histórico era una colmena de yonquis en la que duramos 10 minutos porque nosotros que íbamos con la ilusión de ver las estatuas de Botero nos dimos cuenta que sacar el móvil para una foto no era dar papaya (como dicen aquí a atraer a los cacos), era básicamente perder el movil y la mano. Así que no hay foto.

Entonces Medellín es: un centro histórico nada cuidado, mucho peor que el de Bogotá que tampoco es que sea muy especial, un barrio residencial bueno que ni fu ni fa pero es donde está la zona de salir de copas y restaurantes (que se anima bastante), y una infinidad de barrios/favela bastante jodidos.

Todo esto es descripción. Objetivo y conciso. Lo que no quiere decir que lo pasáramos mal. Nuestro hotel era una pasada con un súper SPA en la azotea, estábamos en el barrio bueno y descubrimos lo que más le puede gustar a un español, ¡que en la zona de copas está permitido el botellón!, cenamos unas gambas y unos chipirones que, sin ser nada del otro mundo, se nos caían las lagrimas, luego gin tonics callejeros, buena temperatura, buena música,... Lo pasamos bastante bien.











Al día siguiente también lo pasamos genial. Pero por morbosos. No hay nada que me guste más que un barrio chungo, y la ventaja que tiene Medellín es que, como estos barrios están en colinas, han puesto un sistema de Metrocable que básicamente es un teleférico con varias paradas que los cruza. Me recordaba a Iztapalapa o Ecatepec en D.F. Ver esa miseria, las casas sin agua corriente, los niños jugando entre escombros, casas casi derruidas por los corrimientos de la ladera sin que importe el número de víctimas que se produzca,... Todo esto te hace plantearte muchas cosas acerca del ser humano y si realmente representamos vida inteligente.







En fin, Medellín no es para mi.

18/05/2015 Adición al post. Siete días después de vivir esta experiencia y sacar estas fotos, un barrio similar muy cerca del de las imágenes, en Salgar, ha desaparecido tras un corrimiento de tierras. Hasta el momento son 78 fallecidos, muchos desaparecidos y más desesperanza para los que no tienen nada o muy poco. 18 de mayo de 2015

06 mayo, 2015

Disfrutando de Alba. Cocinando, y ¡cantando!

Lo pasamos genial cada día cocinando. De la nada sacamos recetas que no se si serán de estrella Michelin, pero a la gente le encanta.

Hemos preparado unas croquetas marineras al azafrán que no dudo que van a ser un exitazo. Ha salido una masa tan rica que como sigamos metiendo el dedo vamos a envolver a lo sumo 3 croquetas.




Los postres cada día tienen más aceptación y la presentación de La Trilogía está siendo un éxito. Almojabana en almíbar de Panela con crujiente de queso Paipa, Crema Catalana con Macedonia de mango, y sorbete de panela con fresas en almíbar.


Luego tenemos un menú diario que a mi parecer es fantástico. Todas las semanas creamos algo diferente para cada día, y por 17.000 pesos (unos 6€) sacamos platos como este: pollo relleno de crema de guisantes, con bechamel al curry, verduras provenzal, y timbal de patacón relleno de queso y coronado con cebolla caramelizada y bacon salteado. Incluye bebida, jugo natural (al que yo le pondría un toquecito de vodka... Pero los bogotanos son mas responsables que yo...lástima).


Y luego tenemos Chef animador. Menudo crack. Se trae su guitarra, se pone a tocar mientras cocinamos, canta,... y no se da cuenta que no trabaja ninguna chica con nosotros. ¡Que desperdicio de talento!... ¡Tenemos que sacarle a la puerta para que llene el local de chicas!.

De verdad, escuchad el video.






El gran acontecimiento del día ha sido descubrir que la mascota de Alba, nuestro gato inanimado, es un macho. ¡Pago un botellín de Mahou y una tapa de sardinillas a quien adivine por qué!. Jajajaja




02 mayo, 2015

Disfrutando de un sábado en el campo. Sancocho.

Es sábado. Amanece el día más soleado desde que llegamos a Bogotá, y Sergio y su familia nos invitan a pasar el día a su finca y hacer un cocido tradicional colombiano. El Sancocho

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Empezamos el día comprando los ingredientes de la comida en un mercado de un pueblecito a pocos km de la finca. Es impresionante ver el mercado y compararlo con las típicas superficies comerciales de la ciudad, y por supuesto con los Mercados de Abastos de España.

Compramos pollo, verduras, diferentes papas, morrillo de vaca,...¡y ubre!. Si, ubre. Nunca la había probado pero un español nunca desprecia casquería. Luego la blanqueamos en leche durante un par de horas para ablandarla y la terminamos en la parrilla. Tenía un sabor lácteo muy intenso, bastante rica.






La finca en cuestión está en un valle maravilloso y ocupa hasta la cima de la montaña, unas 7 hectáreas. Y la casa...sin palabras. Los tíos de Sergio, Elvira y Rafael han construido una casa increíble, tejados de madera, con varios salones a dos aguas y vigas vistas pero absolutamente acristalado para no perder un rayo de luz, una chimenea que casi recuerda a la de Ciudadano Kane (me he pasado), una cocina con isla en medio donde poder cocinar al antojo de cada cual,... Increíble lugar.









Mientras el Sancocho se cocinaba en una parrilla que improvisamos, bebimos nuestra aportación gastronómica del día, es decir, les pusimos ciegos de tinto con limón, el famoso Pitilingorri del barman Iñaki, jugamos a la rana (¿recordáis la caja metálica con la rana y las monedas que había que lanzar para introducirla en los huecos?), y pasamos un rato fantástico.






















Ya preparado el Sancocho lo disfrutamos a dos carrillos, y terminamos una tarde estupenda.





Muchas gracias Sergio, muchas gracias a tus padres Alba y Alfonso, y muchas gracias a tus tíos, Elvira y Rafael. Una experiencia inolvidable. ¡Ah! Y por supuesto, que bien lo pasamos con Noah, nuestro perro favorito en Colombia. ¡Nos recordaba tanto a Kalita y a Neo!